Quiste lateral del cuello

La tortícolis muscular congénita, también llamada cuello torcido o cuello torcido, es una afección en la que un bebé mantiene la cabeza inclinada hacia un lado y tiene dificultades para girar la cabeza hacia el lado opuesto.

En la tortícolis congénita, el músculo que se extiende por el lateral del cuello -el músculo esternocleidomastoideo- está tenso y acortado. En la mayoría de los bebés, los ejercicios de estiramiento y los cambios sencillos en la forma de sujetar o colocar al bebé alargan gradualmente el músculo y corrigen el problema.

La tortícolis muscular congénita está presente al nacer o se desarrolla poco después. Suele descubrirse en las primeras 6 a 8 semanas de vida, cuando el recién nacido empieza a tener más control sobre la cabeza y el cuello.

La tortícolis también puede desarrollarse más tarde en la infancia y la niñez, e incluso en los adultos. Este tipo de tortícolis se denomina tortícolis “adquirida” y puede estar asociada a una serie de enfermedades que requieren un tratamiento especializado. La tortícolis adquirida no se trata en este artículo.

Se desconoce la causa de la tortícolis muscular congénita, pero puede estar relacionada con una posición anormal (posición de nalgas, por ejemplo) o con el “apiñamiento” del bebé mientras está en el útero. Esto provoca una lesión en el músculo del cuello que cicatriza al curarse. La cantidad de cicatriz en el músculo determina el grado de tensión del mismo.

Triángulo posterior del cuello

La enfermedad de Dupuytren es una afección que afecta a la fascia, la capa fibrosa de tejido que se encuentra debajo de la piel en la palma de la mano y los dedos. En los pacientes con Dupuytren, la fascia se engrosa y se tensa con el tiempo. Esto hace que los dedos se metan hacia dentro, hacia la palma, dando lugar a lo que se conoce como “contractura de Dupuytren”.

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En algunos pacientes, el empeoramiento de la contractura de Dupuytren puede interferir con la función de la mano, dificultando la realización de sus actividades diarias. Cuando esto ocurre, existen opciones de tratamiento no quirúrgico y quirúrgico para ayudar a frenar la progresión de la enfermedad y mejorar el movimiento de los dedos afectados.

La fascia es una capa de tejido que ayuda a anclar y estabilizar la piel de la palma de la mano. Sin la fascia, la piel de la palma de la mano estaría tan suelta y sería tan móvil como la del dorso de la mano. En los pacientes con la enfermedad de Dupuytren, esta fascia palmar comienza a engrosarse lentamente y luego se tensa.

A menudo, la enfermedad de Dupuytren se detecta por primera vez cuando se forman bultos de tejido, o nódulos, bajo la piel de la palma. Esto puede ir seguido de picaduras en la superficie de la palma de la mano, ya que el tejido enfermo tira de la piel subyacente.

Tortícolis del bebé

La enfermedad de Dupuytren es un engrosamiento anormal del tejido situado justo debajo de la piel de la palma de la mano y los dedos, conocido como fascia. Pueden desarrollarse cordones firmes y bultos que pueden hacer que los dedos se doblen hacia la palma, en cuyo caso se describe como contractura de Dupuytren. Aunque la piel puede verse involucrada en el proceso, las estructuras más profundas, como los tendones, no están directamente implicadas.

Los síntomas de la contractura de Dupuytren suelen aparecer de forma muy gradual. En la palma de la mano se forman uno o varios bultos pequeños y sensibles, o nódulos. Los bultos suelen ser firmes y estar adheridos a la piel. Los nódulos pueden engrosarse y contraerse, formando cordones duros que se extienden desde la palma de la mano hasta uno o más dedos, siendo los dedos anular y meñique los más afectados. Estos cordones pueden confundirse con tendones, pero en realidad se encuentran entre la piel y los tendones. Estos cordones provocan la flexión o contracción de los dedos. En muchos casos, ambas manos están afectadas, aunque el grado de afectación puede variar.

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Los nódulos iniciales pueden producir molestias que suelen resolverse, pero la contractura de Dupuytren no suele ser dolorosa. La enfermedad puede notarse por primera vez debido a la dificultad para colocar la mano en posición plana sobre una superficie uniforme, como el tablero de una mesa. A medida que los dedos se introducen en la palma de la mano, puede notarse una dificultad cada vez mayor para realizar actividades como lavarse, usar guantes, dar la mano o meter las manos en los bolsillos. La progresión es imprevisible. Algunos individuos sólo tendrán pequeños bultos o cordones, mientras que otros desarrollarán dedos severamente doblados. La enfermedad más grave suele aparecer a una edad más temprana.

Cuello torcido

La tortícolis puede ser congénita o adquirida, pero este artículo se centrará principalmente en la forma congénita, que afecta al 0,3% de los bebés y suele presentarse en los primeros 6 meses de vida [1]. Es el tercer motivo más común de derivación a la ortopedia en este grupo de edad. La inmensa mayoría de los casos que se observan se deben a un problema muscular benigno, pero algunos diagnósticos más siniestros también pueden presentarse de forma similar, por lo que es fundamental conocerlos.

La mayoría de los casos de tortícolis congénita son el resultado de un daño en el músculo esternocleidomastoideo (MEC) al nacer (por ejemplo, en un parto instrumental) o en el útero (movimiento restringido o posición anormal que causa daño muscular).

Los daños en el MEC provocan su acortamiento o contracción a medida que la fibrosis afecta a la zona. El cambio fibrótico en el músculo dañado se percibe como un bulto duro, el “pseudotumor” de la tortícolis, como se denomina a veces.

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El riesgo de tortícolis muscular aumenta en caso de restricción intrauterina (por ejemplo, presentación de nalgas u oligohidramnios [2]), y también se asocia a otras deformidades posicionales menores. El 10% de los bebés con tortícolis tienen displasia de cadera. [3] Un estudio en el que se analizaron 1001 bebés descubrió que el 10% tenía una o más deformidades posturales (en orden decreciente de frecuencia: plagiocefalia o tortícolis; escoliosis congénita u oblicuidad pélvica; contractura de aducción de una cadera y/o malposiciones de las rodillas o los pies [4]. En este estudio se observó que todas estas deformidades eran más probables en:

Por Aroa Flores

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