¿Se puede morir de miedo?
Una de las implicaciones del rápido auge de las redes sociales, la de su relación con la salud mental de los jóvenes, ha suscitado una gran atención en los últimos años. La investigación ha creado una amplia base de pruebas que apoyan una asociación entre el uso de los medios sociales y la salud mental y, aunque todavía están surgiendo, las nuevas pruebas han pintado un amplio panorama de los principales impactos. La popularidad de las redes sociales como medio de comunicación para los jóvenes debe ser examinada cuidadosamente, ya que puede llegar a desempeñar un papel más perjudicial de lo que podríamos pensar.
La llamada “adicción a los medios sociales” ha sido referida por una gran variedad de estudios y experimentos. Se cree que la adicción a las redes sociales afecta a alrededor del 5% de los jóvenes, y recientemente se ha descrito como potencialmente más adictiva que el alcohol y los cigarrillos. Su carácter “adictivo” se debe al grado de compulsividad con que se utilizan. El “impulso” de consultar las redes sociales puede estar relacionado tanto con la gratificación instantánea (la necesidad de experimentar un placer rápido y a corto plazo) como con la producción de dopamina (la sustancia química del cerebro asociada a la recompensa y el placer). El deseo de recibir un “golpe” de dopamina, unido a la imposibilidad de obtener una gratificación instantánea, puede llevar a los usuarios a actualizar constantemente sus contenidos en las redes sociales.
Muerto de miedo
El estrés es una parte natural de la vida, y un poco de estrés puede ser bueno para ti. Hace que la sangre fluya hacia tu cerebro y que puedas concentrarte en la tarea que tienes entre manos. Pero cuando el estrés se convierte en algo crónico puede ser perjudicial para el organismo, ya sea por situaciones exageradas en el trabajo, por un drama familiar o por el tráfico en la autopista: “El estrés puede tener un gran impacto en la salud de una persona”, explica el doctor Matthew Mintz, FACP, internista certificado en Bethesda, Maryland. ¿Qué tan grande es el impacto? El Dr. Mintz dice que la mayoría de las visitas al consultorio médico están relacionadas con afecciones causadas o agravadas por el estrés. Aquí hay 30 formas alarmantes -y a veces sorprendentes- en que el estrés puede afectar a su cuerpo.
¿Está estresado y no está motivado para ir al gimnasio? Nadine Cohen, MD, FAAP, FACP, dice que el estrés en realidad disminuye sus niveles de energía. Por eso, cuando llegas a casa después de un largo día de trabajo, es más tentador sentarse frente al televisor que ponerse en marcha con saltos y sentadillas. Sin embargo, si te obligas a hacer ejercicio durante un momento de estrés, puede que te sientas mejor. Los estudios han descubierto que el ejercicio puede ayudar a aliviar el estrés al reducir la ansiedad.
Infarto de miocardio por miedo
El miedo es una emoción intensamente desagradable en respuesta a la percepción o reconocimiento de un peligro o amenaza. El miedo provoca cambios fisiológicos que pueden producir reacciones de comportamiento como montar una respuesta agresiva o huir de la amenaza. El miedo en los seres humanos puede producirse como respuesta a un determinado estímulo que se produce en el presente, o como anticipación o expectativa de una amenaza futura percibida como un riesgo para uno mismo. La respuesta de miedo surge de la percepción de peligro que lleva a la confrontación o a la huida/evitación de la amenaza (también conocida como respuesta de lucha o huida), que en casos extremos de miedo (horror y terror) puede ser una respuesta de congelación o parálisis.
En los seres humanos y otros animales, el miedo está modulado por el proceso de cognición y aprendizaje. Así, el miedo se juzga como racional o apropiado e irracional o inapropiado. Un miedo irracional se denomina fobia.
El miedo está estrechamente relacionado con la emoción ansiedad, que se produce como resultado de amenazas que se perciben como incontrolables o inevitables.[1] La respuesta de miedo sirve para la supervivencia al engendrar respuestas conductuales apropiadas, por lo que se ha conservado a lo largo de la evolución.[2] Las investigaciones sociológicas y organizativas también sugieren que los miedos de los individuos no dependen únicamente de su naturaleza, sino que también están moldeados por sus relaciones sociales y su cultura, que guían su comprensión de cuándo y cuánto miedo sentir.[3][página necesaria].
Consecuencias de un gran susto 2022
El miedo escénico puede darse en personas de todas las experiencias y orígenes, desde las que son completamente nuevas en estar delante de un público hasta las que lo han hecho durante años. Es comúnmente reconocido en la población. El miedo escénico puede, por ejemplo, tener un impacto negativo en la actuación del individuo, de manera que afecta a su confianza durante las entrevistas de trabajo. También afecta a actores, cómicos, músicos y políticos. Muchas personas que no tienen otros problemas de comunicación pueden experimentar miedo escénico, pero algunas personas con miedo escénico crónico también tienen ansiedad social o fobia social, que son sentimientos crónicos de gran ansiedad en cualquier situación social. El miedo escénico también puede observarse en situaciones escolares, como los proyectos de stand up y los discursos en clase.
Cuando alguien empieza a sentir la sensación de estar asustado o nervioso, empieza a experimentar ansiedad. Según una Carta de Salud Mental de Harvard, “la ansiedad suele presentar síntomas físicos que pueden incluir aceleración del corazón, sequedad de boca, voz temblorosa, sonrojo, temblores, sudoración, mareo y náuseas”[1] y hace que el cuerpo active su sistema nervioso simpático. Este proceso tiene lugar cuando el cuerpo libera adrenalina en el torrente sanguíneo y provoca una cadena de reacciones. Esta respuesta corporal se conoce como el síndrome de “lucha o huida”, un proceso natural del cuerpo que se realiza para protegerse de cualquier daño. “Los músculos del cuello se contraen, llevando la cabeza hacia abajo y los hombros hacia arriba, mientras que los músculos de la espalda llevan la columna vertebral a una curva cóncava. Esto, a su vez, empuja la pelvis hacia delante y tira de los genitales hacia arriba, encorvando el cuerpo en la clásica posición fetal”[2].