Prueba de laboratorio de la cirrosis hepática

La cirrosis hepática es una enfermedad crónica con una prevalencia creciente. Sus etiologías más comunes son el consumo de alcohol, las hepatitis víricas, la obesidad, la diabetes mellitus y el síndrome metabólico que conduce a la esteatohepatitis no alcohólica como parte de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (1). En general, la cirrosis hepática es el resultado de la formación continua de fibrosis, y su posterior progresión conduce a la hipertensión portal, la encefalopatía hepática y un mayor riesgo de insuficiencia orgánica y carcinoma hepatocelular (CHC), que se asocia a una elevada mortalidad (2).

La inflamación crónica en la enfermedad hepática alcohólica está mediada por una respuesta directa al alcohol y una respuesta inflamatoria indirecta al lipopolisacárido (LPS) derivado de la microbiota intestinal, lo que conduce a una respuesta oxidativa-inflamatoria más fuerte (3). Con la inflamación sistémica en curso, la disfunción endotelial y la fibrogénesis (4) evolucionan en el hígado y se asocian a un aumento de las citoquinas inflamatorias y a la activación de las células inmunitarias (5). La inflamación puede estar causada por la translocación sobre la pared intestinal de patógenos o patrones moleculares asociados a patógenos (PAMP) y patrones moleculares asociados a daños (DAMP). Estos son productos de origen microbiano producidos por los patógenos y no por el huésped. Los productos de las células apoptóticas (6) se translocan a la circulación portal y sistémica a través de una barrera intestinal deteriorada. Con una lesión continua, los PAMPs y DAMPs pueden activar las células estrelladas hepáticas (HSC’s) con efectos adversos no deseados (6). Las CEH son una fuente de miofibroblastos y fibroblastos portales, que impulsan el proceso fibrogénico (2). Cuando están quiescentes, las CEH actúan principalmente como reservas de vitamina A, pero pueden secretar abundantemente proteínas de la matriz extracelular y diferentes proteinasas que provocan una remodelación no deseada de la arquitectura hepática cuando se activan.

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Enfermedad hepática alcohólica

Enfermedad hepática alcohólica (ALD)El hígado es uno de los órganos más grandes y complejos del cuerpo. Almacena energía y nutrientes vitales, fabrica proteínas y enzimas necesarias para la salud, protege al organismo de las enfermedades y descompone (o metaboliza) y ayuda a eliminar las toxinas nocivas, como el alcohol, del cuerpo.

Como el hígado es el principal órgano responsable de metabolizar el alcohol, es especialmente vulnerable a las lesiones relacionadas con el alcohol. Incluso unas pocas bebidas de una sola vez pueden tener efectos tóxicos en el hígado cuando se combinan con ciertos medicamentos de venta libre, como los que contienen paracetamol.

La enfermedad hepática alcohólica (ALD) incluye tres condiciones: Hígado graso, hepatitis alcohólica y cirrosis. El consumo excesivo de alcohol durante unos pocos días puede dar lugar a un hígado “graso” o esteatosis, que es la primera fase de la enfermedad hepática alcohólica y el trastorno hepático más común inducido por el alcohol.

El consumo excesivo de alcohol durante períodos más largos puede provocar una enfermedad más grave y potencialmente mortal, la hepatitis alcohólica, una inflamación del hígado. Los síntomas incluyen náuseas, falta de apetito, vómitos, fiebre, dolor y sensibilidad abdominal, ictericia y, a veces, confusión mental. Los científicos creen que si se sigue bebiendo, en algunos pacientes esta inflamación acaba provocando una cirrosis alcohólica, en la que las células sanas del hígado son sustituidas por tejido cicatricial (fibrosis), dejando al hígado incapaz de realizar sus funciones vitales.

Alimentos para el hígado

Mucha gente cree que sólo el consumo excesivo de alcohol provoca cirrosis hepática. Pero hay otras formas en las que el hígado puede resultar dañado y provocar cirrosis. Dependiendo de la causa, la cirrosis puede desarrollarse durante meses o años. No hay cura. El tratamiento pretende detener el daño hepático, controlar los síntomas y reducir el riesgo de complicaciones, como diabetes, osteoporosis (huesos frágiles), cáncer de hígado e insuficiencia hepática. Síntomas de la cirrosis hepática Los síntomas dependen de la gravedad de la cirrosis, pero pueden ser: Causas de la cirrosis hepática Dos de las causas más conocidas de la cirrosis hepática son el consumo excesivo de alcohol a largo plazo y la infección por el virus de la hepatitis C. Sin embargo, hay otras afecciones que también pueden provocar daños en el hígado y cirrosis. De hecho, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (“hígado graso”) es la causa más común de enfermedad hepática crónica en Australia. Una pequeña proporción de pacientes con hígado graso también puede desarrollar cirrosis.    La infección por el virus de la hepatitis B es una causa importante de cirrosis en todo el mundo. Cirrosis hepática alcohólica El consumo excesivo y crónico de alcohol es la causa más común de cirrosis hepática. La cirrosis por consumo de alcohol puede desarrollarse a lo largo de muchos años.

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Nuevo tratamiento de la cirrosis hepática

La cirrosis es una enfermedad hepática grave que lleva a algunas personas a necesitar un trasplante de hígado, pero puede sorprenderle lo que realmente causa la cirrosis. He aquí siete mitos y realidades sobre la cirrosis, sus causas, tratamientos y posibles complicaciones.

Realidad: Es posible tener cirrosis hepática y no saberlo. Muchos pacientes con cirrosis siguen teniendo una función hepática suficiente para el funcionamiento diario de su organismo y no presentan síntomas. La fatiga es un síntoma común de la cirrosis, pero sentirse cansado puede estar causado por muchas cosas. Sólo cuando se produce una disfunción o insuficiencia hepática pueden aparecer síntomas como coloración amarillenta de la piel o los ojos, confusión, acumulación de líquido en el vientre, hinchazón de las piernas y hemorragias.

Realidad: La cirrosis es simplemente una cicatrización grave del hígado causada por diversas “lesiones” a lo largo del tiempo. Esas lesiones pueden tener varias causas, como la hepatitis B o C, los trastornos hereditarios de sobrecarga de hierro o cobre, las enfermedades hepáticas causadas por un sistema inmunitario hiperactivo, la enfermedad del hígado graso no alcohólico o el consumo excesivo de alcohol.

Por Aroa Flores

Hola a todos, soy Aroa Flores y en mi blog personal te ofrezco diversas noticias de actualidad.