Cómo reducir el riesgo de neumonía durante la COVID-19

Es posible que asocie la neumonía con escenas dramáticas de películas en las que hay estancias prolongadas en el hospital, tiendas de oxígeno y familiares susurrando en apiñamientos junto a la cama. Es cierto que la neumonía puede ser grave. Pero lo más frecuente es que la neumonía sea una infección que puede tratarse fácilmente en casa sin tener que ir al hospital.

La neumonía es una infección de los pulmones. Cuando alguien tiene neumonía, el tejido pulmonar puede llenarse de pus y otros fluidos, lo que dificulta que el oxígeno de los sacos de aire del pulmón (alvéolos) llegue al torrente sanguíneo. Con la neumonía, una persona puede tener dificultad para respirar y tener tos y fiebre; ocasionalmente, el dolor de pecho o abdominal y los vómitos también son síntomas.

La neumonía suele estar causada por virus, como el virus de la gripe y el adenovirus. Otros virus, como el virus sincitial respiratorio (VSR) y el metapneumovirus humano, son causas comunes de neumonía en niños pequeños y bebés.

Las bacterias, como el Streptococcus pneumoniae, también pueden causar neumonía. Las personas con neumonía bacteriana suelen estar más enfermas que las que padecen neumonía vírica, pero pueden tratarse con medicamentos antibióticos.

La neumonía en pacientes con COVID-19 grave es más perjudicial

El diagnóstico suele hacerse en función de su historial médico reciente (como una operación, un resfriado o la exposición a viajes) y de la magnitud de la enfermedad. Basándose en estos factores, su proveedor de atención médica puede diagnosticar la neumonía simplemente con una historia clínica y un examen físico completos. Para confirmar el diagnóstico se pueden utilizar las siguientes pruebas:

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El tratamiento depende del tipo de neumonía que tenga. La mayoría de las veces, la neumonía se trata en casa, pero los casos graves pueden tratarse en el hospital. Los antibióticos se utilizan para la neumonía bacteriana. Los antibióticos también pueden acelerar la recuperación de la neumonía por micoplasma y de algunos casos especiales. La mayoría de las neumonías víricas no tienen un tratamiento específico. Suelen mejorar por sí solas.

Es más probable que tenga complicaciones si es un adulto mayor, un niño muy pequeño, tiene el sistema inmunitario debilitado o tiene un problema médico grave como diabetes o cirrosis. Las complicaciones pueden ser:

PARTE I – Neumonía (Resumen, Lobar y Bronconeumonía)

La neumonía adquirida en la comunidad es cuando alguien desarrolla una neumonía en la comunidad (no en un hospital). La neumonía asociada a la asistencia sanitaria se produce cuando alguien desarrolla una neumonía durante o después de una estancia en un centro sanitario. Los entornos sanitarios incluyen hospitales, centros de atención a largo plazo y centros de diálisis. La neumonía asociada a la ventilación es la que se produce después de haber estado conectado a un ventilador, una máquina que ayuda a respirar. Las bacterias y los virus que suelen causar neumonía en la comunidad son diferentes a los de los centros sanitarios.

¿Qué es la neumonía COVID y pueden padecerla los jóvenes?

La neumonía es una enfermedad inflamatoria del pulmón que afecta principalmente a los pequeños sacos de aire conocidos como alvéolos[3][14] Los síntomas suelen incluir alguna combinación de tos productiva o seca, dolor en el pecho, fiebre y dificultad para respirar[1] La gravedad de la enfermedad es variable[1].

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La neumonía suele estar causada por una infección vírica o bacteriana y, con menor frecuencia, por otros microorganismos[a] La identificación del agente patógeno responsable puede ser difícil. El diagnóstico suele basarse en los síntomas y la exploración física[8]. Las radiografías de tórax, los análisis de sangre y el cultivo del esputo pueden ayudar a confirmar el diagnóstico[8] La enfermedad puede clasificarse según el lugar en el que se haya adquirido, como neumonía adquirida en la comunidad o en el hospital o asociada a la atención sanitaria[17].

Los factores de riesgo de la neumonía son la fibrosis quística, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la anemia de células falciformes, el asma, la diabetes, la insuficiencia cardíaca, los antecedentes de tabaquismo, la escasa capacidad para toser (por ejemplo, después de un accidente cerebrovascular) y un sistema inmunitario débil[5][7].

Por Aroa Flores

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